Ando estos días buscando datos para componer la historia de un viejo cementerio que hay en la Casería de Osio, San Fernando.
Es un camposanto militar que tuvo distintas denominaciones, de los franceses,
de los ingleses o de los soldados… Y, es verdad, si uno quiere escribir sobre
algún asunto no queda más remedio que documentarse en archivos, bibliotecas y leer
docenas de libros y artículos relacionados. Y en ese proceso se aprenden muchas
cosas…
Imagen de Alejandro DP
…no era sencillo ser enterrado dignamente en España
si eras inglés. No. La confesionalidad extrema y la intransigencia religiosa en
este país nuestro han sido, hasta ayer mismo, propias de dementes declarados. Por
poner un ejemplo, valgan las palabras de cardenal Segura, un auténtico teócrata,
en una de sus cartas pastorales de 1952. En ella decía que “…el hereje no tiene derecho a la protección jurídica en caso de un conflicto
con un católico”. Si esto se decía abiertamente mediado el siglo XX, los usos
y costumbres anteriores, relacionados con los enterramientos de herejes —exceptuando
el paréntesis de la II República—, son escalofriantes.
El cuerpo que contuviera un alma herética no podía
ser enterrado bajo ningún concepto en el terreno sagrado de las iglesias, ni en
los cementerios anexos a las parroquias. En el concepto ampliamente aceptado, España
era terreno bendecido por la iglesia católica, apostólica y romana, y no estaba
bien visto contaminar el suelo patrio con el cadáver de cualquier hereje. En el mejor de los casos, los no católicos, se enterraban directamente en tierra, sin boato,
discretamente y en lugar no identificado.
Algo peor le ocurrió Mr. Hole, secretario de Lord Digby, jefe de la embajada británica que envió Jacobo I en 1622. Desembarcaron
en Santander pero Mr. Hole tuvo la desgracia de morir inmediatamente. Sin
embargo, aunque hoy nos resulte sorprendente, las autoridades negaron cualquier
posibilidad de ser enterrado en suelo español. Y para solventar el escollo, no
hubo más remedio que meter el cadáver en una caja de madera y lanzarlo al Cantábrico,
es lo que habría ocurrido si Mr. Hole hubiera fallecido en alta mar. Pero no
acaba aquí el problema, porque los pescadores creían firmemente que el cadáver de
un hereje flotando en sus aguas ahuyentaría la pesca irremediablemente. Recogieron
la caja del mar y depositaron el cadáver de Mr. Hole en un descampado, a cielo
abierto, para que alimañas y aves carroñeras hicieran desaparecer físicamente el
problema.
Este no es el único caso que se conoce, hay otros similares, por ello,
en 1676, en el marco del llamado “Tratado para la conservación, y renovación de Paz, y
amistad entre las Coronas de España, y la Gran Bretaña. 1676” se incluye un
artículo que garantiza una digna sepultura para los británicos muertos en suelo
español...
Pero no se cumplió tal compromiso.
Los británicos y, en general, todos los no católicos, tuvieron negada una
sepultura digna en suelo español hasta bien entrado el siglo XIX, cuando
finalmente, en 1833, Fernando VII acepta que los herejes sean enterrados en
parcelas propias, amuralladas, sin boato, sin liturgias y con total discreción.
Resulta escalofriante lo
que relata en 1831 Willian Park, cónsul británico en Málaga, fruto de sus
propias observaciones. El cadáver era semienterrado en plena noche, en la
orilla del mar, en posición vertical y con la cabeza al descubierto, fuera de
la arena. De esa forma ningún cristiano sepultaba técnicamente el cadáver de un hereje en suelo español, y
quedaban a salvo de cometer actos impropios. La cabeza del cadáver quedaba
expuesta a que la devoraran los perros, o los peces cuando la marea lo
arrastrara mar adentro. Y esta práctica —que se aplicaba a la colonia de
extranjeros de Málaga— se mantuvo hasta que el mismo cónsul consiguió que las
autoridades locales consintieran la cesión de una parcela para formar el primer
cementerio inglés de España.
Y en vista de estos
hechos, tenemos que plantearnos muchas preguntas respecto al Cementerio de la
Casería de Osio. Si nació en 1809 para dar sepultura a los prisioneros franceses
—generalmente católicos— tuvo que ser inevitablemente consagrado por las
autoridades eclesiásticas. ¿Pudo entonces un cementerio consagrado católico
acoger combatientes ingleses?
Fuentes:
El Cementerio británico de Madrid / Separata de Anales del
Instituto de Estudios Madrileños – Tomo XXXIX / Madrid 1999
LEGISLACIÓN FUNERARIA Y CEMENTERIAL ESPAÑOLA: UNA
VISIÓN ESPACIAL / Mikel Nistal - Instituto
Geográfico Vasco. San Sebastián
9 comentarios:
Curiosísimos datos los que nos aportas, compadre, que desde luego no dejan lugar a dudas sobre el nivel de salvajismo imperante en el Imperio y más allá, o más acá...
Es increíble, ¿verdad? Lo de Santiago y Cierra España era algo real y no nos dábamos cuenta... ¿He dicho 'estaba'?
Viejo amigo, pocos lugares de esa España inquisidora se libraran de la "memoria historica" eclesiastica, has tocado terreno pantanoso, puedes destapar la caja de truenos, sigue que ya se ve la punta de la pirámide......que sujeta santiago junto a la cremallera
...descorrer la cremallera, tirar de la manta, poner blanco sobre negro, ponerse de una jodida vez... Aportar un granito de arena a la gran duna del conocimiento, y difundirlo. En eso estamos. Un abrazo, compañero.
Excelente artículo, que merece una profunda reflexión sobre la hipocresía político-religiosa....
Saludos
Es sorprendente lo que aprendemos a poco que rasquemos nuestra historia, Mark. Un cordial saludo.
Gracias, Miguel Angel, por este articulo tan interesante y poco tratado.
El cardenal Segura era un un especimen de nacimiento retrasado, un error de la Madre Naturaleza.
De vez en cuando se producen esos fenomenos...
Saludos
Yo tengo amigos protestantes que tenían familiares enterrados en un rincón del cementerio católico, separados del resto, ya puse unas fotos de dicho lugar en un comentario que hubo en el grupo.
Lo mismo que los suicidas.
Sí, me acuerdo, Leonor. Así era. Enl terreno sagrado no podía enterrarse nada sospechoso de herejía o apostaría... Eran muy mirados para sus cosas! Cordial saludo.
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