sábado, 13 de julio de 2013

Crónicas de jubilación: El Barrero

Estoy de vuelta cuando los bares empiezan a abrir y el sol apenas despunta. No está mal sentarse en una mesa rústica del Barrero y dejar pasar el rato. No hay niños en el parque –no es hora para ellos-, sólo gorriones y mirlos… No sé, pero cada día que pasa hay más mirlos. A este paso van a desplazar a los gorriones y a mi compi no le gusta nada este asunto –lo hemos hablado-, ella es más de gorriones que de mirlos.

El Barrero: Campo de la Constitución de 1812. San Fernando
Apenas hay gente por el parque del Barrero. Una señora joven y bien parecida conversa con su perro en voz alta, y se explaya mientras piensa que está sola. Cuando me ve, se calla y revisa la bolsa de plástico para la próxima mierda del perrito. Servidor sonríe y toma nota…
Torrealta vigila desde los tiempos de los reyes católicos, y la bandera que ondea por allí nos explica que hay brisa fresca de poniente. Con poniente se puede vivir, jolines…
…queda lejos la mirada de Bretón, el asesino de sus hijos, esperando la sentencia sin pestañear. Y queda lejos la corrupción que mina los cimientos de esta democracia formal y enferma. Pero no, no estoy dispuesto a que esas cosas sean hoy el centro de mi atención… que está uno harto de centrarse en asuntos ajenos. No sé, un día descubres que a fulanito lo han despedido, que a menganito se le acabó el paro, que a zetanita le han detectado un bultito que hay que mirar… o que a Alejandro le han llevado un gavilán cangrejero con un ala rota… ¿y ahora que hago yo con esto? Y esas cosas cercanas te duelen más y son más reales que el psicópata o el político ladrón…
…sólo con el tiempo aprendemos que lo único fundamental es estar vivo.


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