sábado, 16 de marzo de 2013

Crónicas de jubilación:en el banco de madera, bajo los eucaliptos

Hoy me aprisionan las paredes. No me gusta que ocurra, pero a veces pasa. Por eso escapo, y hago bien porque es verdad, existe otro mundo ahí afuera…


Hay una bandada de flamencos en el saco del río Arillo, que es un lago somero entre el océano Atlántico y el interior de la bahía de Cádiz. Al fondo, cerca de la otra orilla, hay elegantes cigüeñas buscando cangrejos; y tres patos ceremoniosos desfilan muy serios. Vuelan gaviotas, y por las orillas pasean cigüeñuelas y correlimos. Creo que cerca de las dunas hay un cormorán solitario, pero no estoy seguro. He ocupado el banco de madera, bajo los eucaliptos, y dejo pasar el tiempo…
Aquí todo es abierto. No hay paredes que cierren el espacio. Llega la algarabía de las aves lacustres. El graznido de flamencos y gaviotas, el crotoreo de las cigüeñas, el cacareo de los patos, el silbido de no sé cual ave. Llega también el rumor de las olas desde detrás de la cadena de dunas. Deben romper sobre los búnkeres de Torre Gorda. Es un rumor que a veces se olvida, pero lo envuelve todo. Si de pronto cesara quedaríamos desarropados.
Si los hombres nos portáramos bien este paisaje seguiría aquí cuando me haya ido… pero lo dudo. Solamente si el nivel del mar subiera un poco atravesaría la cadena de dunas e inundaría esta laguna. Todo lo que se ve sería entonces mar abierto… Y habríamos perdido este hermoso paisaje.


No sé. Hoy he acompañado a un veterano empresario a visitar otro bello paisaje y donde yo veía hermosas praderas de plantas halófilas, que la marea inunda cada doce horas, él veía un rentable negocio de almejas para dar de comer a muchísimas familias… Y le he mirado sorprendido hasta que he comprendido. El asunto es que él también estaba disfrutando de otro hermoso paisaje… Y ambos son interpretaciones diametralmente opuestas de la misma realidad.
Seguramente la sostenibilidad -ese concepto que parece justificar cualquier atrocidad- consiste en superponer las dos visiones de la misma realidad para que ambos -el veterano empresario y servidor- la encontremos honestamente bella…


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