El tiempo le quita aristas al recuerdo y nos lo deja amable. A todos nos pasa. Pero a veces no puedo ni quiero entender la nostalgia de algunos…
Ceuta. En la fachada de la catedral colocaron una enorme cruz de piedra y un Águila Imperial. Conmemoraba sólo a los Caídos por Dios y por España. No eran todos los muertos que produjo la guerra. El monumento sólo recordaba a los de un bando. Así ocurría en todos los pueblos de España aunque sus cunetas estuviesen llenas de cadáveres maniatados y asesinados sin juicio. Los vencedores de las guerras civiles gestionan así sus victorias. Nosotros no fuimos menos.
He visto la foto en facebook. Conozco muy bien el lugar porque he estado allí a finales de los años 60, vestido con camisa azul y boina roja, firme el ademán, escuchando las diatribas de algún preboste fascista… Pero no recuerdo esto con amabilidad sino con un enorme desasosiego.
Es verdad. Será lo que sea, pero esta foto es parte de la historia. Pero es una historia triste. Dice mi paisano que nuestra guerra fue una guerra entre hermanos, que todos perdieron y que nadie ganó. Y tiene razón. Pero yo hablo de la posguerra. La Cruz de los Caídos es la imagen de una posguerra plagada de maestros tragando aceite de ricino y aceite de coche. Lo que me horroriza es que se sienta nostalgia de ese tiempo profundamente injusto, ciego y vengativo. Un tiempo que no debería volver.