Políticamente hablando, Rajoy está herido de muerte… supongo. Si la presión de la calle es lo suficientemente constante, pronto dejará de ser el adalid de los intereses del neocapitalismo en España y será reemplazado por otro títere que ocupe el vacío de poder, y proporcione confianza a los mercados, que es de lo que se trata.
En realidad no importa el nombre del títere que coloquen. Tal vez apoyen a Esperanza Aguirre (atentos a la jugada maestra de la buitresa) O tal vez aúpen a algún banquero de prestigio entre los de su ralea. ¡Quién sabe, a lo peor se enamoran de un salva patrias ultranacionalista que recupere a porrazos el orden de las calles! Porque ya se sabe que la ley y el orden son fundamentales para los negocios y para una sociedad decente. Ya ha pasado otras veces, que no importa que la paz sea lo que se respira en un cementerio y el orden sólo sea la consecuencia del miedo. La historia siempre se repite. Aquí nadie inventa nada nuevo: mandan los poderosos, y lo seguirán intentando, sólo que ahora con la apariencia formal de una democracia occidental.
Sí… en realidad no importa el nombre del títere que coloquen —con malabarismos parlamentarios o con votos—, lo triste es que, con uno o con otro, los ciudadanos seguiremos sin poder decidir sobre nuestra propia vida. Ellos, los que mandan desde el poder financiero con la complicidad de partidos corruptos, son sibilinamente meticulosos: se han adueñado de todos los resortes de la democracia y han colocado a la ciudadanía en la tesitura de pelear contra ella, contra lo que teóricamente es el gobierno que elegimos libremente. Es decir, si nos rebelamos lo hacemos aparentemente contra la democracia reconquistada después de 40 años de dictadura. Son hábiles los hijos de puta, hay que reconocerlo.
Por eso hace falta poner una zancadilla al mundo para que hocique de una jodida vez, y reconduzca sus pasos. Mientras no seamos capaces de sobreponer la razón a los parámetros económicos, es decir, mientras no coloquemos al ciudadano en el centro de la acción política y económica, nada cambiará…
Mi generación ha fracasado, hemos dejado que el neocapitalismo gobierne todos los aspectos de la vida. Los jóvenes tienen que reconquistar su mundo. Ahora les toca a ellos hacer la siguiente revolución.
Imagen: Monumento a la libertad de prensa / Isla de León
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