Lunes, 4 de mayo de 2012. En no sé qué cadena de televisión, Julia Otero entrevista a Vargas Llosa… espléndido novelista, premio Nobel de literatura, persona de prestigio y solvencia intelectual, cuya opinión llega muy lejos y es muy bien atendida.
No presté demasiada atención al programa, pero dos veces que entré en el salón, dos veces que le oí recitar como una vieja cacatúa dos manidos mantras del catecismo neoliberal…
Primer mantra: “Estamos pagando los excesos de haber vivido por encima de nuestras posibilidades…”
Claro, como cualquier politicucho de tres al cuarto, el señor Vargas Llosa, espléndido novelista y premio Nobel, dice medias verdades, medias mentiras y se calla la mitad del discurso real… Puede que sea cierto que todos hemos vivido aupados a una burbuja de riqueza que era pura ficción… pero qué decir de las riadas de euros que bancos alemanes y holandeses han inyectado en el sistema financiero español para que estos prestaran a destajo, sin contemplaciones, a diestra y siniestra, a constructores de casas y a compradores de casas… Estos financiadores extranjeros de burbujas españolas ¿no son tan culpables como la parejita que se embarcaba en un préstamo que le metían en los bolsillos quisieran o no? Se olvida el excelente novelista de la codicia de los financieros, porque la realidad es que los bancos NO ESTÁN PAGANDO SUS EXCESOS, se los estamos pagando los de abajo. Seguro que el señor Vargas Llosa lo sabe, y, sin embargo, se ha limitado a recitar el mantra neoliberal que busca culpabilizar y amansar a los de abajo, a nosotros. Y lo hace el señor Vargas Llosa prestando su imagen, su prestigio y su enorme carga intelectual… y eso me parece una indecencia.
NO TODOS ESTAN PAGANDO LOS EXCESOS, señor Vargas Llosa. Los están pagando nuestros hijos, con una educación pública que ya no es garantía de igualdad de oportunidades. Ahora tenemos una educación pública mal atendida y que tiende a la beneficencia; cada día se parece más a una educación de posguerra civil que a una del siglo XXI… Sí, nuestros hijos SÍ están pagando la crisis.
Y nuestros mayores también, con una sanidad con mínimos recursos, que cada día la acerca a la indigencia… Y la están pagando los millones de personas sin empleo. O los otros millones que tienen un empleo de mierda, explotados por una reforma de las leyes que nos acerca al modelo chino de explotación laboral. Y la están pagando los autónomos y los comercios de barrio que pasan los días sin clientes y cierran cansados y angustiados por el futuro. Y la están pagando todos los jóvenes españoles, excelentemente preparados, que no tienen futuro en su país... pero los bancos, el poder financiero, la aristocracia empresarial, los políticos empoderados con nuestros votos, y sus parentelas que se colocan al amparo de estos, estos no tienen que pagar la crisis. La crisis NO la pagamos TODOS, la pagamos y la sufrimos sólo NOSOTROS, sólo los de abajo, señor Vargas Llosa.
Segundo mantra que repite el excelente novelista: “Tenemos la suerte de tener instituciones democráticas capaces de canalizar el malestar social…”
Debería hacerle una pedorreta con la mano, así: prrrrrrrrrrrrrr… pero sería demasiado vulgar. Eso creíamos, señor Vargas Llosa, que teníamos una democracia capaz de canalizar el poder de la gente, pero es falso… Lo que hemos permitido entre todos, con nuestra connivencia o con nuestro sopor, es un remedo de democracia. No es real. La gente no tiene el poder. Los que mandan y los que vapulean las leyes a su antojo, son los que tienen el dinero y su camarilla que enseñorea Europa. El ciudadano no lo tiene y no es el eje de la política. La política no la hace el ciudadano y no se hace para el ciudadano, se hace para amparar al poder financiero. La democracia que tenemos, señor novelista, no canaliza el malestar social, lo desactiva, lo adormece o lo reprime a golpe de porra, para recuperar el “orden y el derecho”… su orden y su derecho.
Disfruté mucho con Pantaleón y las visitadoras y con aquella guerra del fin del mundo, o con el dictador sanguinario… y con algunas más que no me apetece recordar ahora. Pero me va a costar abrir otro libro suyo. Eso me que me pierdo.
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De la serie ‘Fotos en un tubo’: Un trozo de aro de plástico a la luz del amanecer
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