No quería comentar nada sobre la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ-2011). Se entiende que hablamos de las juventudes católicas… porque existen otras muchas juventudes, más numerosas, que no están ni incluidas ni invitadas; y, por supuesto, no tienen la atención mediática de los católicos. Algunas de las otras juventudes no aparentan ninguna felicidad, ni sonríen bobaliconamente con caras de éxtasis místico; muchos se rebelan y luchan para buscarse un futuro en una sociedad profundamente injusta, que está aquí, en este mundo, en esta vida. Otras juventudes simplemente deambulan sin rumbo por todos los rincones del planeta, en pateras, o huyendo de guerras y hambres porque no tienen ni siquiera un euro diario para sobrevivir; estos no son dueños ni del suelo donde morirán. Y no sonríen… la pena es que tampoco pueden (o no saben) rebelarse contra su suerte. No, la JMJ-2011 comienza con una denominación tramposa, no es la jornada mundial de la juventud, es otra cosa...
… a mí me parece que esto es un aquelarre místico, esencialmente irracional; absurdamente dignificado por la sociedad; respaldado por el poder civil que no es capaz de quedarse al margen y, además, se implica hasta en las más altas esferas del poder político. Me parece que ningún clérigo merece la pleitesía de ningún político elegido democráticamente; sus ámbitos de actuación NO SE SOLAPAN. ¿Cuándo se derogará elConcordato?
De verdad que no quería comentar nada. Ya hay innumerables opiniones sobre el asunto y la mía no iba a aportar nada nuevo… pero acabo de escuchar en la radio a una joven católica, con un acento sudamericano encantador, de los que enamoran por lo meloso. Decía la joven que estaban viviendo tal comunión en Cristo que se palpaba que esa era la religión correcta.
“La religión correcta…” La joven de voz melosa, rodeada de cientos y miles de ciudadanos con la misma sensibilidad, con la misma convicción pueril bien instalada en los esquemas mentales; aislada de procesos críticos y sometida a una alienación contumaz, había llegado a la conclusión de que su religión es la correcta. ¡Prueba superada!
No percibe entonces que los demás estamos en la incorrección, en el error. No se da cuenta que la Verdad Absoluta que ella profesa —y que le han dicho que viene directamente de Dios— es la semilla perfecta de la intolerancia. Clérigos de negro, de púrpura y de blanco la han convencido de que está en lo correcto, los demás, pobres ignorantes, estamos en el error. Somos sujetos corregibles. No sabe que la duda sistemática es bella, es lo que nos hace avanzar…
Un millón de jóvenes con este tipo de muebles en la cabeza es la prueba evidente de que queda mucho trabajo por hacer… yo aceptaría esa convicción si fuese consecuencia de una reflexión posterior. Pero me temo que no lo es.
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