Pasan
muchas cosas en tu mundo. Tu mundo es esa pequeña porción de universo que te rodea
y que te alcanza de alguna forma; es la microscópica fracción de energía que interacciona
contigo y te provoca sensaciones. Parece que al final, nos guste o no, lo
creamos o no, todo consiste en eso, en percibir a través de tus sentidos algún
tipo de frecuencias medibles y reaccionar frente a ellas… pero, tranquilos,
amigos, que tal visión del universo y de la vida no significa menospreciar ni privarnos
de espiritualidad, conste.
A
veces descubres que pasan cosas que, atravesadas por nuestros filtros
culturales y personales, deberían hacerte saltar de indignación… pero apenas
reaccionas. Seguramente es porque hemos evolucionado para eso, para sobrevivir
a cualquier cosa, incluso a la observación directa de la barbarie más grandiosa
o de la más estúpida…
…estaba
pensando en la muerte en Teruel del torero Víctor Barrio, en la
cantidad de gente sin empatía que se ha alegrado de su sufrimiento y lo ha
manifestado públicamente, en los insultos que ha recibido por dedicarse a matar
toros… y lo he dejado estar porque conscientemente he decidido no reaccionar
ante todas las cosas que pasan en mi pequeño universo.
Y,
sin embargo, acabo de leer estupideces en sentido contrario… y ahora sí decido
reaccionar. ¡Esto no hay quien lo entienda! O tal vez sí (que nos conocemos ya).
Se trata de un cura de Villamuñio (León) que dice entre otras lindezas respecto
a los que se han alegrado de la muerte del torero Víctor Barrio:
«…creímos ingenuamente [se refiere este sujeto a los verdaderos españoles, o sea, a los ganaron la guerra en 1939] que a base de educación, magnanimidad y perdón, España se curaría del cáncer que la aquejaba. ¡Craso error! Las células enfermas permanecieron aletargadas durante años, pero han renacido y podrido España de nuevo». (Fuente)
Este
hombre es de los que volverían a matar moscas a cañonazos y sajarían en carne
sana el cáncer de los malos españoles, empezando por los antitaurinos que no se
alegran de la muerte de hombres y se apenan por la muerte de toros, que son
mayoría. He parafraseado a Millán-Astray, el famoso necrófilo —lo digo por lo
de ¡Viva la muerte! que le gustaba a él propalar— que fundó la Legión Española (junto
a don Francisco, caudillo de todos los españoles, quisieran o no), y dejó dicho
en 1936 su solución para la unidad de España:
«¡Cataluña y Vascongadas, Vascongadas y Cataluña, son dos cánceres en el cuerpo de la nación! ¡El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí!».
Lo
que parece claro es que la educación de la que habla este cura de Villamuñio tampoco
ha llegado a él ni a los suyos. Y eso sí que da miedo.
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