sábado, 30 de agosto de 2014

Mi amiga ha decidido convertirse en tortuga

Hoy pienso que mi amiga va a tener razón. Mi amiga ha decidido convertirse en tortuga. Construirse un caparazón resistente y refugiarse en él para vivir la vida que le dejen vivir... sin resistencia, sin molestar, sin interferir. Para mi amiga lo que sale en los telediarios, se habla en las radios y se lee en los periódicos son cosas que pasan en otro mundo. Todo eso ocurre en un planeta tan lejano que no tiene nada que ver con el suyo. El suyo es el mundo realmente real y no va más allá de su trabajo, no va más allá de su familia y amigos, y no trasciende los veinte kilómetros cuadrados en los que discurre su vida. Para mi amiga, lo que ocurre detrás de la siguiente esquina no le atañe. Las cosas malas les pasan a otros porque tienen hipoteca, porque están parados, porque están enfermos, porque son dependientes, porque quieren estudiar, porque quieren cosas que no tienen…

A veces lo hemos hablado con cierta tirantez. Ella puede hacer eso porque le ha tocado vivir en una de las pocas burbujas que aún permanecen intactas en este cambio de paradigma, y que se están convirtiendo en un anacronismo. Un pequeño trabajo estable y un marido con otro pequeño trabajo estable. Unos hijos medio instalados en el sistema. Unos mayores a los que de momento pueden atender... Mi amiga está instalada en el viejo mundo y la perspectiva de abrir los ojos y asumir la injusticia global de lo que tenemos encima la aterroriza. Por eso prefiere cerrar los ojos y encerrarse en su coraza.

A veces me lo ha dicho: Pero cómo puedes vivir así, amigo. Todo el día pendiente de las cosas malas que pasan en el mundo. Todo el día leyendo cosas de economía y de política, escuchando lo que dicen unos y otros. Si da igual lo que digan, porque todos dicen las mismas mentiras y luego hacen lo contrario de lo que dicen... 



Mi amiga se aísla y creo que consigue ser bastante feliz en su ignorancia mimada y buscada (…por eso a veces la envidio) Ella misma asume que no es más que una hoja en mitad de un huracán, y que una simple hoja no puede hacer nada para aplacar los vientos... Sólo se pone de lado para que pase lo antes posible. 

Lo que no sabe mi amiga es que el huracán ha llegado para quedarse y que tarde o temprano la arrastrará también a ella, la que se piensa inmune.


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