viernes, 21 de marzo de 2014

La primera tarde de primavera

Primera tarde de primavera. He sacado el palo y el cúter al jardín, al atardecer... En realidad no es un jardín, pero tiene plantas que empiezan a reverdecer, y lo parece. Dejé de tallarlo el otoño pasado, cuando llegaba el frío. Entonces el limonero que me regaló mi Compi —y que colocamos en un macetón— apenas tenía vigor. Ahora maduran en él seis limones... Cuando estén en su punto haré con ellos crema de limón. Ya tengo seis zapatos viejos reconvertidos en macetas. A mi compi no le gustan, pero se aguanta. Por cierto, hay un cable alargador que ha pasado el invierno en el jardín, colgado de una alcayata...
...pero, no sé...


...creo que las cosas van por otro lado. Trato de congelar este instante en palabras, y comunicar de alguna forma que es un momento placentero, pero no acaba de serlo. En realidad tengo la cabeza en otra parte y un par de pellizcos por ahí adentro.
Mientras tallo un palo con caritas de reyes góticos, unos se me irán lejos, tal vez al norte de Europa, y a ella no la veré crecer. Otro se verá obligado a entregar su tiempo, su valía y su conocimiento por una cama y un plato de comida. Y mi pequeña sabionda luchará al borde de sus fuerzas porque es lo único que puede hacer…
Para ser la primera tarde de primavera, no empezamos bien…



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