jueves, 3 de octubre de 2013

Atardecer en el Barrero

El perrillo foxterrier corretea por el césped detrás de la pelotita. Antes, hace muchos años, no había césped, ni esto era un parque. Se llamaba el Barrero porque se extraía tal cosa para hacer ladrillos. Hoy se llama Campo de la Constitución… pero, por más que se intente, a esto se le sigue llamando el Barrero. Hay cosas que son como la senda de los elefantes, que permanecen y no pueden cambiar.

La dueña del perrito es una chica de pelo corto y pantalones vaqueros ajustados. Me parece que lo que quiere la chica es leer su libro en esta perfecta tarde otoñal... pero no va a poder ser porque el pequeño foxterrier es un histérico de las pelotitas y por más lejos que se la tira, más rápido vuelve para pedir más juego. Es tan simpático que resulta difícil no hacerle caso.
Al final —se veía venir— la chica abandona el libro y se dedica por entero a hacer feliz al perrillo...
Bueno, no es mala cosa dedicarse a esa tarea, a buscar la felicidad de alguien. Qué mejor asunto que ese, ¿no?


No hay comentarios: