lunes, 20 de mayo de 2013

La ideología como coartada ética

Quieras o no, hay conceptos básicos que descubres en la juventud. Son esas ideas que se convierten en peldaños sobre los que apoyar el resto de tus convicciones, las ideas que abren el camino a la comprensión de los hombres y de la historia. En concreto, recuerdo cuándo y dónde leí una definición de ‘ideología’ que me impacto de forma especial. Venía a decir que la ideología es un conjunto de creencias que emana de un grupo humano, que sirve para cohesionarlo, darle entidad y, sobre todo, sirve para justificar los intereses y comportamientos del propio grupo.

O sea: si esto es lo que quiero, aceptemos que es lo correcto y busquemos una justificación que ampare mi comportamiento. Es la coartada ética. ¡Genial!

Siendo así, siempre es posible inventar una ideología a la medida de tus intereses… o a la medida de tus alucinaciones. Siempre. Y encima, si te alías adecuadamente y te ganas la complicidad interesada de los poderosos, funciona como un código de valores que otorga respetabilidad al grupo. Seguramente, esto es la Historia, un exterminio sistemático de otras ideologías para derramar la tuya en el hueco creado, una lucha para imponer intereses, la supremacía de una tribu sobre otra. La Historia entonces no sería más que la búsqueda del poder justificando los actos con cualquier falacia. Seguramente hay poco más…
…se entiende, supongo, que estoy hablando de política, de religión, de manipulación; hablo de cambiar la historia para justificar posiciones que interesa a la clase dominante, o para crear nacionalismos que no existen, o para imponer obediencias a la gente… cosas así. De eso hablo, de reescribir cada momento histórico al dictado del poder de turno.
Por eso voy a transcribir literalmente unos párrafos extraídos del ‘Anuario-Guía Oficial de Marruecos y del África española’ de 1927, en plena dictadura del general Primo de Rivera… para que ningún nacionalista español se extrañe cuando los vecinos utilicen su idea nacional del Gran Marruecos… puesto que aquí, en España, lo hacíamos todavía más gracioso en esos tiempos, que para justificar el pírrico colonialismo español se apoyaron, entre otras, en las tesis africanistas de Gil Benumeya —bienintencionado ensayista, historiador y filósofo que ahondaba en las raíces andalusíes comunes de Andalucía y el Magreb— para declarar que el norte de Marruecos no era más que la Andalucía del sur…
El libro comienza con una declaración de principios inapelable: Marruecos es una parte de Iberia. Siendo Iberia «…el conjunto de los territorios que se extienden a ambos lados del Estrecho de Gibraltar, desde los Pirineos hasta el anti-Atlas…»

Andaluces del sur. Imagen tomada de aquí
 Sigue unos párrafos más adelante concretando los límites geográficos de la pretendida Gran Andalucía, parte a su vez de una entidad espiritual superior que llaman iberismo: «El río Guadiana y el rio Sebú encuadran un territorio originalísimo, esencia del iberismo: es Andalucía, dividida geográficamente en cinco zonas. 1ª La de las tierras altas mariánicas y premariánicas. 2ª El valle del Guadalquivir. 3ª El valle del Segura y todas las tierras de Alicante, hasta cerca de Cullera. 4ª La Penibética superior, al norte del Estrecho. 5ª La Penibética inferior, al sur del Estrecho, con un pequeño anejo atlántico hasta el Jolot inclusive. Tierras con el mismo clima, paisaje, productos y raza humana…»
Y una vez delimitada geográficamente esa nueva Andalucía, los ideólogos apelan a la identidad cultural para definir un objetivo máximo: La unión absoluta de toda Iberia: «…la fraternidad y unión cultural entre ambas orillas andaluzas puede ser la base de nuestra influencia y garantía segura de todo porvenir. Con ella puede llegarse acaso a la unión absoluta de toda Iberia como máxima aspiración…»
Pero lo genial viene ahora, cuando dicen que los canarios no son más que ‘andaluces tropicales’ y, por tanto, hay que incluirlos en esa Gran Andalucía: «…la incorporación a este grupo andaluz (los de ambos lados del estrecho), vanguardia del hispanismo mundial, del pueblo canario, andaluz de espíritu y tendencia, de habla y poder de emoción: andaluz tropical que formaría el círculo mágico de nuestra cultura en las puertas del continente misterioso.»
Esto era en tiempos de Primo de Rivera. Franco hizo lo mismo… lo sé porque yo estudié en esos textos nacional-católicos. Musolini y Hitler harían lo propio. Y los serbios con la Gran Serbia. Todas las naciones (cuando había naciones) diseñaron su historia a medida… si es que esto es de risa.
Y cuando la ideología, ese sistema de creencias diseñado a medida, impregna el sistema educativo… apaga y vámonos.
 

Para saber más del pensamiento de Rodolfo Gil Benumeya véase “La mirada del otro: la visión del africanismo español (el Gil Benumeya de los años 20)”, de Mª Dolores López Enamorado, Universidad de Sevilla
Las citas están extraídas del “Anuario-Guía Oficial de Marruecos y del África española”, declarado de utilidad para el ejército por R.O. de 31 de diciembre de 1927, y con comentarios elogiosos del presidente del Consejo de Ministros, General don Miguel Primo de Rivera; de don Niceto Alcalá Zamora, don Jacinto Benavente y demás mentes preclaras del momento.



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