Tiene razón Carlos
Cherbuy, la efervescencia
del movimiento 15M ha devuelto protagonismo a los ciudadanos. Si de algo está
sirviendo esta contestación ciudadana es para eso, para volver a comprender que
no podemos dejar la política en manos de los políticos —como también es muy
peligroso dejar la guerra en manos de los guerreros—. Desde el 15M estamos
recordando que la política empieza en la gente y se hace para la gente… no para
contentar a los engendros que los malos políticos han permitido crecer en estos
años. Y ante esta percepción recuperada, los políticos al uso, los que votamos
cada cuatro años —por mucho que lo aparenten con formas y palabras—, están a
años luz de las plazas, de las calles y aceras, de las casas embargadas, de las
cuentas a cero, de los desamparados. A muchos políticos (no a todos, dejaremos
aquí un margen para la duda razonable) se les percibe a años luz de la gente…
tendrán los votos, pero no creo que nos representen correctamente. La crisis
económica nos ha hecho comprender que el neoliberalismo salvaje nos ha llevado,
además, a una profunda crisis democrática, seguramente provocada por la desidia
de unos y otros. Puede que conservemos la democracia formal, pero han
privatizado su alma.
Miembros
y simpatizantes de la Plataforma por la
Defensa del Patrimonio de San Fernando, recogiendo basura en el entorno de
la Batería San Judas (1810-1823) Acciones
similares (denuncias de suciedad urbana, acumulación de basuras en el Parque
Natural de la Bahía de Cádiz, sesiones de Cine-fórum y debates, Mercadillos de Trueque,
paseos reivindicativos en bicicleta, etc.), ha realizado La Regadera.
Ambas, entre otras varias, son agrupaciones asamblearias de ciudadanos de San
Fernando (Cádiz)
Por eso tiene razón Carlos
Cherbuy cuando dice que los ciudadanos nos estamos organizando desde
las plazas, en asambleas, desde abajo, sin dirección ideológica que dirija el
pensamiento correcto —como ocurre en partidos políticos—… y es así, que nos
tengamos que poner manos a la obra, porque a lo peor ya no esperamos demasiado de unos políticos electos que
no nos representan porque no hacen lo que les mandamos. Eso no es nada bueno.
Mientras no cambie
esa percepción, mientras no volvamos a confiar en la lealtad de nuestros políticos
hacia el pueblo que les elige, mal iremos.
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