La vida nos ofrece carambolas inesperadas. ¿Quién me iba
a decir que hace tres días, en Granada, cerca de aquel García Lorca de bronce donde estuve sentado,
estaba Paco? Un poco más y nuestros caminos se habrían solapado…
Paco me ha recordado a Delia.
Hace cuarenta y un años, Octavio, Paco y yo vivíamos en
Ceuta, esa pequeña ciudad española del norte de África…
…Delia también vivía en Ceuta.
Los tres nos enamoramos de ella, y los tres, de alguna
manera, a pesar de las vidas divergentes, la hemos conservado viva. En 1970 era una
chiquilla de 15 años. Era preciosa, y cuando reía aún era mejor. Puede que con
el tiempo la hayamos idealizado; esas cosas suelen ocurrir, pero la foto no
miente. Es una imagen que todavía produce un pellizco, aquí, en el estómago… Y
eso es así sin que merme el respeto que nos merecen nuestras compañeras y
nuestros hijos. No se olvida a la primera chica que nos mira y su mirada
provoca un vacío en el estómago porque sabes que ella siente lo mismo. No se
olvida.
Mi primera canción la compuse para ella. Últimamente he
desempolvado la guitarra y la estoy susurrando otra vez… Sol, Fam#, Lam7ª,
Re7ª…
…verdes tus ojos, como la hierba
Azules tus ojos, como la mar
Pero no son ni mar ni hierba
son amor…
Azules tus ojos, como la mar
Pero no son ni mar ni hierba
son amor…
(Ya sé que suena algo cursi, pero, ¿qué queréis?, eran 17
años) Se la cantaba en una playa virgen, llena de dunas salvajes entonces, en
Marruecos, cerca de Cabo Negro, entre Ceuta y Tetuán. Pero ella se mantuvo y la
vida me llevó por otra derrota… la última vez que la vi había vuelto con
Octavio. Coincidimos en la misma mesa, en la Feria de Ceuta. Octavio y ella discutían
abiertamente, con una pizca de acritud. Y nos miramos sin hablar, con un esbozo
de sonrisa, en la inteligencia de saber qué estaba pasando… Ya sé que lo
nuestro no puede ser, cariño. Pero este no es tu hombre y lo sabes…
Es la última imagen que guardo de ella. Una mirada
directa a los ojos y una medio sonrisa, un poco socarrona, en mitad de una
discusión. Era muy bella Delia…
Ahora, cuarenta años más tarde, Paco —que casi me pilla hace
tres días sentado con García Lorca— me ha contado su historia con
ella, la que vivieron después. Hay historias que no mueren, solo dormitan. Es
una bonita historia la de ellos… pero es de ellos.
Y al final, Delia se casó con otro hombre, tuvo dos
hijas, y un cáncer se la llevó cuando sólo tenía 41 años. No volvimos a verla…
y eso, de alguna forma, nos duele porque creo que nos habría gustado hacerle
saber que, en el alma de estos cincuentones, sigue siendo aquella chiquilla tan
bella y tan dulce de la calle General Aranda.
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