sábado, 17 de septiembre de 2011

Hipotecar o asegurar el futuro de los Polvorines de Punta Cantera


Cuestión previa: En San Fernando - Cádiz existe un terreno militar en desuso. Parte de ese terreno está lleno de polvorines y elementos arquitectónicos, todos ellos de  indudable valor histórico, arquitectónico y etnológico. Pronto pasará a manos del municipio. ¿Debe protegerse adecuadamente ese conjunto histórico? Esa es la pelea municipal... Un grupo de ciudadanos, al margen de los legítimos intereses partidarios, se manifiesta a favor de amparar jurídicamente -con una protección máxima- el Conjunto Histórico de los Polvorines de Punta Cantera...
Tengo la sensación de que los adheridos al Manifiesto por un Conjunto Histórico en los Polvorines de Punta Cantera (http://milan2.es/Fadricas/Manifiesto.html), que somos un nutrido grupo de ciudadanos, estamos entre una fuerza incontenible y un objeto inamovible. Todas esas personas tienen mi agradecimiento, y, por la confianza que ofrecieron desinteresadamente, merecen unas puntualizaciones por mi parte.
Nosotros también queremos que los Polvorines sean declarados Bien de Interés Cultural (decíamos que debían ser “…declarados y considerados como un Conjunto Histórico, con máximo nivel de protección…”) y eso nos coloca, aunque no se diga explícitamente, en mitad de una agria, enconada y vieja pelea política municipal. Y no es agradable escuchar y leer lo que pasa, porque, fíjense ustedes, absolutamente todos los grupos municipales dicen respetar la identidad y la integridad de los polvorines; dicen querer desarrollarlos de forma sostenible para beneficio de todos los isleños; quieren que genere puestos de trabajo y riquezas, y que se dinamice la vida local. Todos se ajustan al manual de lo políticamente correcto. Pero no sólo los grupos municipales, también los redactores del PGOU reconocen taxativamente el valor cultural del Conjunto Histórico de los Polvorines de Punta Cantera, y, es más, recomiendan a los munícipes que todo el conjunto —polvorines, murallas, muelles y alfar romano— sea declarado BIC. Es decir, los ciudadanos que apoyamos el Manifiesto por Punta Cantera, los grupos municipales del Ayuntamiento y los redactores del PGOU dicen estar de acuerdo en proteger la integridad de los Polvorines. Entonces, ¿qué mejor forma de respetar Punta Cantera que yendo más allá de la simple declaración de intenciones y buscar la protección jurídica que nos permite la ley?
Lo que pasa a partir de aquí es uno de los innumerables ejemplos de la malísima impresión que tenemos algunos ciudadanos de la política. Que a lo peor es una apreciación errónea, pero la tenemos. Y conste que no quiero señalar ni a personas ni a partidos, ni a culpables ni a víctimas, señalo la fea dinámica en la que está metida la política municipal en el asunto que nos atañe a los firmantes del Manifiesto.
Los redactores del actual PGOU tienen toda mi gratitud por el trabajo realizado y por recomendar la declaración de BIC para los polvorines. Pero, ¿harán caso nuestros políticos locales a esa recomendación?
Pues, unos sí aceptan explícitamente la recomendación y han tomado la iniciativa —también tienen mi gratitud—, otros se oponen rotundamente a la declaración BIC de los polvorines. Desde la percepción del ciudadano de a pie, lo espectacular sería conseguir la unanimidad. Pero no sé, eso parece una quimera… la pelea política es agria y las posturas son opuestas por definición, con independencia de las razones que cada cual esgrima. Siempre parece posible encontrar argumentos para mantener el antagonismo sistemático; parece un acto emocional, de los que rige el sistema límbico. Además, nuestros munícipes no están obligados a aceptar la recomendación del PGOU. Y si dejamos sin protección jurídica todo el conjunto, estaremos dejando al albur del primero que pase por allí —tenga cuatro o cuatrocientos mil votos— el desarrollo de la zona; y el problema será que no sabemos qué criterio ni qué sensibilidad pueda aplicar. Es así de simple. Algunos justifican su rechazo a la declaración de BIC en lo que supondría una intromisión ajena en la voluntad de los isleños. Es decir, no ven con buenos ojos que los polvorines pasen a ser dominio público; pero esa es precisamente la mejor garantía para su conservación futura. Los isleños seguiremos decidiendo qué hacer en los polvorines, pero, eso sí, habrá que pagar la incomodidad de ajustarnos a la forma y comprometernos a mantener la identidad estética y cultural. Eso no es perder soberanía, ni es hipotecar el desarrollo de la zona. Significa que habrá que trabajar más para que la entidad y la identidad del conjunto se mantenga... Eso redundará en que San Fernando sea una ciudad distinta. O sea, si cada vecino coloca el toldo que le de la real gana, la fachada comunitaria será un desastre en poco tiempo. En el fondo es eso. Y nadie dijo que la cosa fuese sencilla.
En la Isla tenemos buenos ejemplos de objetos BIC (Castillo de San Romualdo, Isla de Sancti Petri, Iglesia Mayor, Teatro de Las Cortes, todo el rosario de baterías del XIX, etc.) y a pocos se les ocurre decir que tal calificación hipoteque su desarrollo, al contrario. Nos podemos quejar —y a veces con toda la razón y la indignación del mundo— de las pegas berlanguianas que pone la administración superior para aprobar actuaciones sobre objetos BIC… pero cuando eso ocurre, y ocurre mucho, habrá que denunciar la mala gestión, las prácticas interesadas y partidistas, y, sobre todo, hacerlo mejor cuando cambien las tornas, pero no cuestionar la bondad de la figura jurídica de BIC. O sea, no es razonable prescindir de los cuchillos porque te hayas cortado, habrá que usarlo mejor.
España está llena de decenas de viejos castillos, iglesias, fortificaciones y conventos, declarados BIC y reconvertidos en hoteles y/o centros multifuncionales que son un magnífico ejemplo de simbiosis entre intereses públicos y privados… Pensar que tener otro BIC en la ciudad es ceder soberanía municipal —lo digo con todo respeto— es mirarse el ombligo... la cultura, la historia, el patrimonio físico no sólo son tesoros locales, también son (aunque suene cursi) de la humanidad.
Pero me planteo una segunda cuestión: ¿Es suficiente que los Polvorines de Punta Cantera sean conjunto BIC para garantizar su integridad?
Posiblemente, no. Hay ejemplos muy cercanos de desprecio absoluto a bienes protegidos. Algunos ciudadanos de a pie estamos muy escarmentados y me temo que pocas veces podremos saber qué decisiones tomarán los políticos —hablo en general, sin concretar en lo local— porque, por desgracia, tampoco sabemos con certeza qué intereses defienden en realidad. Algunos nos han demostrado que en política las causas justas no importan, ni los sentimientos —a veces, ni siquiera la voluntad popular—; y al final solemos comprobar que son intereses y conveniencias lo que mueve el mundo global y local, casi nunca son principios éticos. Deseo de corazón que aquí eso no ocurra.
Punta Cantera no es un terreno baldío. Ciudades como Tenerife, Pamplona, Peñíscola, Gerona, Alicante, Málaga, etc., han hecho auténticos esfuerzos para recuperar un solo polvorín y desarrollar actuaciones municipales en su entorno. Pero, fíjense ustedes, nosotros no tenemos un sólo polvorín como esas ciudades, tenemos veintiséis. Y todos ellos concentrados en Punta Cantera, rodeados de una muralla del XVIII, con dos puertos históricos, uno para el comercio de Indias y otro para la Pólvora de Su Majestad. Lo que los isleños tenemos en Punta Cantera es un patrimonio histórico, arquitectónico, ambiental y paisajístico único y digno de una atención exquisita. Deberíamos hacer caso a los redactores del PGOU y terminar de proteger aquello hasta la última piedra. Solo ocupan unos noventa mil metros cuadrados de los cerca de medio millón que revertirán al municipio. Con el resto de los terrenos de Fadricas (los expropiados en 1960 y 1977) se puede y debe hacer lo que sea razonable, pero en Punta Cantera tienen que pensarlo muy detenidamente (y me consta que todos lo hacen). Tenemos allí un diamante en bruto que habrá que pulir con cuidado porque es único en España. Entonces, y sólo entonces, nos devolverá las riquezas y el empleo que los isleños nos merecemos. Y, en mi parecer, el primer paso para que eso ocurra sin fracturas es amparar jurídicamente el Conjunto Histórico de los Polvorines con una protección patrimonial máxima. Rematar ese amparo es lo primero que deberían hacer todos nuestros responsables políticos, y hacerlo ya.
Si desea adherirse al Manifiesto por Un Conjunto Histórico en los Polvorines de Punta Cantera, por favor, entre en http://milan2.es/Fadricas/Manifiesto.html y siga los pasos. Es una iniciativa personal, al margen de partidos políticos, sindicatos y grupos sociales. Gracias



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