El perro de Juan Ramón es un perro que ladra mucho, debe
ser porque está sordo y no se oye. A veces se revuelve gruñendo hacia el tronco
de un castaño y ladea la cabeza, como si escuchara cosas… No sé, entre los
humanos también los hay que oyen voces (muchas veces dicen que emanan desde
arboles y cuevas) y esos pueden ser peligrosos. Pero el perro de Juan Ramón no
parece peligroso. Rarito sí, porque por las mañanas sale al campo y se pone a
comer tréboles. Luego, cuando él se siente desayunado, le gusta amenazar a los
mastines de Paco a través de la alambrada, que son grandes y cuidan de sus
ovejas, pero de noche cazan jabatos y se los comen… si el perro de Juan Ramón tuviera
dos dedos de frente (que no los tiene) se lo pensaría. Paco les da de comer a
sus mastines chicharrones ibéricos de Jabugo —que no tiene nada que ver con los
tréboles de Quero, que así se llama el perro de Juan Ramón—.
A Paco le gusta matar culebras porque dice que pican a las ovejas, pero no puede ser. Alejandro me ha dicho que las culebras tienen los colmillos muy retrasados y solo pueden morder presas pequeñas. A Alejandro no le cae bien Paco por eso, porque mata culebras…
A mi amiga Itita no le asustan las culebras, simplemente se aparta de su camino y tienen la fiesta en paz. Cuando estoy con ella siempre recuerdo a los Hititas, que fueron los que derrotaron a los egipcios porque llevaban armas de hierro… Pero Ita no es de Anatolia, como los Hititas, es de Pedro Abad porque su padre, que era un Guardia Civil filósofo y socarrón, andaba destinado en Pedro Abad cuando le nació la niña… Es lo que tiene ser hija de Guardia Civil, que nunca sabes dónde vas a nacer.
— ¡No
me lo puedo ni de creé, JuanRa! ¡Chicharrones de Jabugo!
— Sí,
hombre, pero rancios, que los venden por sacos y son muy baratos
A Paco le gusta matar culebras porque dice que pican a las ovejas, pero no puede ser. Alejandro me ha dicho que las culebras tienen los colmillos muy retrasados y solo pueden morder presas pequeñas. A Alejandro no le cae bien Paco por eso, porque mata culebras…
A mi amiga Itita no le asustan las culebras, simplemente se aparta de su camino y tienen la fiesta en paz. Cuando estoy con ella siempre recuerdo a los Hititas, que fueron los que derrotaron a los egipcios porque llevaban armas de hierro… Pero Ita no es de Anatolia, como los Hititas, es de Pedro Abad porque su padre, que era un Guardia Civil filósofo y socarrón, andaba destinado en Pedro Abad cuando le nació la niña… Es lo que tiene ser hija de Guardia Civil, que nunca sabes dónde vas a nacer.
El perro de Juan Ramón se echa a dormir mientras partimos
los tomates de Paco, que son tomates enormes que han madurado en la propia
mata. Juan Ramón y el Escriña trajeron una carretilla llena de tomates y
berenjenas y pimientos… porque Paco no puede consumirlos y se afana y disfruta
regalándolos a los amigos. Al Escriña hacía más de veinte años que no lo
veíamos, y ha aparecido con una barba larga y totalmente blanca… le sienta
fatal que le digan abuelo, pero, hijo, es lo que parece.
Las rodajas de berenjena se asan en la plancha, al lado
de unos trozos de secreto ibérico. Los tomates reposan aliñados en la
ensaladera. Los castaños nos dan sombra y siguen cuajados de erizos. Dentro de
un mes explotarán y el suelo se cubrirá de castañas… es lo que tiene el otoño
en la sierra de Huelva, que se alfombra de castañas. El Escriña lanza al aire
unos sones: Tengo las redes llenas… y la Balita y servidor contestamos al
unísono …manos vacías. Y los tres, ya juntos, terminamos la estrofa: Las redes
son de amo, las manos, mías. Son sones de hace treinta años, de cuando los
cantábamos por las calles de Sevilla, que siguen enquistados en el recuerdo a
pesar del tiempo.
Pues eso, que castañas no hay, pero como es el veranillo
de San Miguel, los membrillos están en sazón. La Balita dice que los de Ita y
Juan Ramón no son membrillos, que son gamboas, porque son muy dulces (no sé,
para mí que es al revés) Pelamos siete kilos de membrillos y los cocimos con
tres kilos de azúcar. ¡En la vida habrá mejor carne de membrillo! Y así pasa la
tarde, uno removiendo la carne de membrillo, y otros criticando al que remueve
la carne de membrillo… que es lo suyo.
Sentados en el porche se hace la noche. No hay luna. En
mitad de la sierra, entre Jabugo y Castaños de Robledo, no hay luces humanas.
Sólo las estrellas iluminan el perfil de la sierra, quebrado de castaños,
alcornoques y encinas. Suenan cencerros
y algún ladrido lejano. Un búho ulula cerca… la Balita acaba por localizar la
Osa Mayor, de ahí, siguiendo la dirección de uno de sus lados, llega hasta la
estrella Polar, y desde esta, la Osa Menor. Juan Ramón me enseña la W de
Casiopea… Le pregunto que cual de las cinco es Casiopea, pero eso debe estar en
la siguiente lección. Quero le ladra a la oscuridad, ¡a saber que le dicen las
sombras!
Con un poco de paciencia podríamos ver que el universo
gira en torno a la Estrella Polar. Está oscuro. Observo furtivo a la Balita,
que observa el firmamento tumbada en el porche. No sabe que la miro. Tampoco sabe
que ella es el centro de otro universo...
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