Con catorce años apenas se tiene pasado; el presente es rabioso y el futuro no existe, ni se piensa. El mundo que encuentra, cambia y se adapta exactamente con su ritmo vital, y viceversa. El mundo y la pensadora se modelan al mismo tiempo… por eso —porque no hay un mundo pasado al que añorar— para ella no hay sorpresas ni miedos ante los cambios sociales que se siempre se avecinan.
El antiguo homínido se adaptó al hábitat —físico y social—, la Pensadora de Ikea se mimetizará estupendamente con el cambio histórico que le toque vivir…
Solo cambia el decorado.
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