Hace dos días me acordé de ti porque compré una tripa de chorizo ibérico que esta de “p… madre” —no lo escribo entero porque tu madre me riñe—. Yo sé que esas cosas del cerdo te gustan mucho, David. No se me olvida que cuando vinísteis a España la última vez, se os iban los ojos (a tus hermanos y a ti) detrás de los escaparates llenos de chorizos, salchichones, butifarras, chistorras, morcillas, morcones, ¡qué sé yo!, de todo tipo de embutidos… porque en Inglaterra parece que no hay mucha variedad de estas cosas tan ricas, ¿verdad?
Pues este chorizo que compré el otro día tiene un saborcito que no sé yo explicarte, pero está sensacional (o sea, está realmente bueno-bueno-bueno). A mí me gusta comerlo en rodajas finitas-finitas, saboreándolo sin mariconadas (para que lo sepas, decir sin mariconadas es políticamente incorrecto, y quiere decir sin tonterías), o sea, sin pan, y dejando que se disuelva en la lengua poquito a poco, como si fuera un caramelo de café con leche. ¡Oh, mi Gooood!
Pues este chorizo que compré el otro día tiene un saborcito que no sé yo explicarte, pero está sensacional (o sea, está realmente bueno-bueno-bueno). A mí me gusta comerlo en rodajas finitas-finitas, saboreándolo sin mariconadas (para que lo sepas, decir sin mariconadas es políticamente incorrecto, y quiere decir sin tonterías), o sea, sin pan, y dejando que se disuelva en la lengua poquito a poco, como si fuera un caramelo de café con leche. ¡Oh, mi Gooood!
Je, je, je… también recuerdo que la tía Mari Carmen te preguntó: David, ¿de qué quieres el bocadillo? Pensando que ibas a elegir un embutido (¡uno solo, que es lo que se suele hacer aquí!) Pero dijiste, de esto —chorizo—, y de eso —jamón ibérico—, y de eso —cinta de lomo embuchado— y de eso —salchichón—… O sea, que te salió un bocataespectacular y polivalente. ¡Que saque tenías, tío! (Tener buen saque significa tener buen apetito, ¿vale?)
Nos ha contado tu padre (a la tía y a mí) tu problemilla con el hacha y la astilla en el ojo… esas cosas nos puede pasar a cualquiera en cualquier momento, tío. Uno no puede ver venir todas las cosas, ni estar prevenido contra todo... simplemente, pasan. Ocurren por puro azar… Y si no es una astilla en el ojo es una maceta que te cae en la cabeza mientras paseas por la calle (aunque yo no sé si en Inglaterra hay muchas macetas que puedan caer desde las azoteas); o es una mierda que pisas; o es un rayo que te atraviesa en un día de sol; o es un meteorito que te funde en un santiamén (un santiamén significa en un instante) Sí, nos pueden pasar mil cosas sin buscarlas… lo que sí podemos buscar es ser mejor persona, y eso si que es valioso.
Querido David, seguramente al final la vida es puro azar, porque si pensamos que hay una inteligencia que gobierna lo que nos pasa a los hombres tendríamos que aceptar que esa inteligencia es de una crueldad enorme. No sé si me entiendes ahora —entre las dificultades del idioma y las chorradas que dice tu tío… no sé yo si me sigues (decir chorradas es decir tonterías)—, pero con el tiempo lo entenderás porque eres un tío listo.
Pues nada, hombre, que te envío un abrazo muy fuerte, que me acuerdo con mucho cariño de todos vosotros (Rebeca, Daniel, David, Eduardo y Pablo) y que te deseo mucha suerte y una pronta mejoría. Y te lo deseo de todo corazón, sobrino.
Post Data: Espero que esta carta haya refrescado un poquillo tu español y, una última cosa: ¡piensa en positivo, David! Y, ahora, dime la verdad: ¿Cuántas chicas guapas se te han acercado a cuenta de ese parche en el ojo (aunque sea blanco y provisional)? ¡Reconócelo, bribón!
El tío Milan
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