Crece en una maceta desahuciada. Apenas le queda tierra; es un cepellón demasiado pobre como para ofrecer vida. Todo el año permanece abandonada en el alféizar de una ventana del laboratorio. En verano le pega el sol inmisericorde del sur, y este pasado invierno ha estado empapada durante meses…
…pero llega la primavera y, sin esperar nada a cambio, la vieja maceta del cactus nos regala esta belleza. Tenemos un planeta que no merecemos.
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Hasta pronto, amigos. Nos vemos en unos días… esperemos que el matasanos se porte bien
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