No deberías morir, mujer. Porque eres muy valiosa viva, y porque tu muerte apenará a millones de personas, las de tu pueblo saharaui y otras muchas en todo el mundo… y alegrará solo a un puñado de miserables, entre ellos a un pequeño reyezuelo que no merece gobernar un pueblo hermano…
Imagina que mueres, Aminatu, que llegas al fin de la batalla, de tu batalla; y ante tu cadáver llega un niño, de esos miles de criaturas que nunca vio el mar porque otros hombres le privaron de su tierra y de su cielo, y te dice:
— «No mueras, te amo tanto, Aminatu»
Pero tu cadáver ¡ay! seguirá muriendo. Y se te acercan dos y repiten:
— «No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero tu cadáver ¡ay! seguirá muriendo. Pero tal vez acudan ante tu cadáver veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando:
— «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte»
Pero tu cadáver seguirá muriendo, Aminatu. Sin embargo, imagina por una vez que te rodean millones de individuos con un ruego común:
— «¡Quédate, hermana!»
Y aún así seguirás muriendo, Aminatu. Pero ¿Y si entonces, todos los hombres de la tierra te rodearan? Les verías, mujer. Y tu cadáver triste, emocionado, se incorporaría lentamente, abrazarías al primer hombre; echarías a andar…
Tal vez es eso lo que quieres, Aminatu… pero ahórranos la pena, mujer. ¡Vive!
MASA
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…
César Vallejo
10 de noviembre de 1937
http://www.patriagrande.net/peru/cesar.vallejo/index.html
Imagina que mueres, Aminatu, que llegas al fin de la batalla, de tu batalla; y ante tu cadáver llega un niño, de esos miles de criaturas que nunca vio el mar porque otros hombres le privaron de su tierra y de su cielo, y te dice:
— «No mueras, te amo tanto, Aminatu»
Pero tu cadáver ¡ay! seguirá muriendo. Y se te acercan dos y repiten:
— «No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero tu cadáver ¡ay! seguirá muriendo. Pero tal vez acudan ante tu cadáver veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando:
— «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte»
Pero tu cadáver seguirá muriendo, Aminatu. Sin embargo, imagina por una vez que te rodean millones de individuos con un ruego común:
— «¡Quédate, hermana!»
Y aún así seguirás muriendo, Aminatu. Pero ¿Y si entonces, todos los hombres de la tierra te rodearan? Les verías, mujer. Y tu cadáver triste, emocionado, se incorporaría lentamente, abrazarías al primer hombre; echarías a andar…
Tal vez es eso lo que quieres, Aminatu… pero ahórranos la pena, mujer. ¡Vive!
MASA
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…
César Vallejo
10 de noviembre de 1937
http://www.patriagrande.net/peru/cesar.vallejo/index.html
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