miércoles, 23 de julio de 2008

El hombre del oboe


Vestía el hombre pantalón negro y camisa blanca de manga larga, y tocaba el oboe en lo alto del Ponte Rialto, sobre el Gran Canal de Venecia. Si no fuera porque no hablaba ni una palabra de español, diría que era el mismísimo don Gregorio Peces Barba venido a menos... o a más, que nunca se sabe.

Todas las noches el viejo profesor de música dejaba escapar su alter ego para convertirse en músico callejero a cambio de unas pocas monedas. ¿Quién sabe? lo mismo era realmente un insigne músico que gustaba de experimentar la ridiculez humana, capaz de pagar doscientos euros por escuchar su música en una gran auditorio y al mismo tiempo pasar de largo, sin prestar la menor atención a la misma música, si la encuentran gratis en una esquina... ¡no sería la primera vez que tal cosa ocurre!


Todas las noches, para rematar el día agotador, subimos a Ponte Rialto, sobre el Gran Canal de Venecia. Es cierto que Venecia embruja. Y todas las noches encontramos al viejo profesor del oboe en su puesto, rodeado de sus melodías... que hasta nos aprendimos su repertorio apoyados sobre el poyete de mármol del viejo puente, pulido por miles y miles de manos. Todas las noches tuvo nuestra moneda y al final hasta nos enviaba un guiño de complicidad... y bajo su música nos besamos todas las noches como si fuera la primera vez; los treinta y cuatro años que han pasado no han agotado nada...

...y si cada beso es el primero, quedarán muchos más. ¡Oh, Venecia!



No hay comentarios: