No es mala cosa volver a caminar los viejos caminos (tenía razón Saramago), pero ahora con más años, con menos ataduras y más largueza; trazar sendas paralela con pasos menos elásticos y más pausados; remirar los rincones donde ahora han crecido árboles nuevos; comparar las viejas esquinas de la ciudad y ver que sigue existiendo el mismo recodo donde Emilio vomitó la borrachera... y sentarse en el mismo banco de la plaza del Duque donde oí por primera vez a mi compadre Carlos Bernal cantar En tu Piel hay grabada una P de Poeta, Pensión y País... y la gente que pasaba no sabía si aplaudir o dejar una propinilla. Hacer todo eso, repetir los pasos, viene a confirmar nuestra presencia en la vida pero desde otra posición...
Si... en aquel tiempo era un placer sentarse con ella en un bordillo de la acera, con la catedral a modo de respaldo, y devorar a medias un bocadillo de sobrasada del Horno San Buena Ventura y, de paso, discutir con Jhonny -el puñetero amigo que me disputaba el amor de la chiquilla- si ese trozo de piedra era una simple roca de composición química determinada o era un trozo de catedral con alma humana... mientras ella calibraba los argumentos del químico y del artista.
A la larga ganó el químico... y todavía me pregunto por qué.
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