Lo de Juan Cebá me lo contó mi amigo Fernando cuando se compró su campito por donde Campano, en Chiclana de la Frontera (Sur de España) Tener un campito por estas latitudes es disfrutar de unos metros cuadrados de terreno rústico, entre pinares, para hacerse una casita... generalmente una construcción ilegal, levantada sin permisos a golpe de sábados y domingos entre amiguetes. Y por más que las autoridades intentan poner un poco de orden y cordura, siempre encuentran la forma de burlar la ley y siguen floreciendo las casitas ilegales entre los bosques de pinos piñoneros.
Esto es así en estos contornos desde el siglo XVIII. Es decir, existe una larga tradición como para que ahora vengan unos advenedizos políticos a poner coto en lo que siempre ha sido. (AQUÍ, casi al principio de la página, transcribo un documento del XVII que dice exactamente lo mismo que diría el alcalde de turno en el XXI; ¡asombroso!)
Y me contó Fernando que el Carril de Juan Cebá, un caminillo que comenzaba cerca de su casita, se llamaba así porque en los años 60, un señor llamado Juan, que vivía al fondo del mismo, se quería marchar a Alemania a buscarse la vida... y cuando los lugareños se reunían en la venta y alguno preguntaban por Juan, le decían: “No, si Juan se va”. Que en la fonética chiclanera suena a “No, ci Juan ce va”. Y como el hombre se estuvo yendo más de cinco años sin terminar de emigrar a Alemania, se le quedó el apodo y Juan acabó llamándose Juan Cebá. Y el carril que serpenteaba entre el espeso bosque de pinos y llegaba hasta su casa se conoció como el Carril de Juan Cebá.
Hasta ahí todo correcto y lógico. Pero la historia se retuerce cuando esa red intrincada de carriles de tierra, que discurrían como un laberinto entre los manchones boscosos de pinos de Chiclana, se asfalta y se urbaniza como Dios manda... Muy bonito, pero con ello se perdió el encanto de lo rústico.
Cuando el urbanista de turno encontró ese cartel medio pintado por un lugareño cualquiera, que decía: Carril de Juan Cebá lo tradujo, muy fisno él (seguro que era de Jeréz), como Camino de Juan Cebada...
...craso error. Eso pasa por no escuchar las viejas historias.
Esto no es Chiclana, pero podría serlo
Esto es así en estos contornos desde el siglo XVIII. Es decir, existe una larga tradición como para que ahora vengan unos advenedizos políticos a poner coto en lo que siempre ha sido. (AQUÍ, casi al principio de la página, transcribo un documento del XVII que dice exactamente lo mismo que diría el alcalde de turno en el XXI; ¡asombroso!)
Y me contó Fernando que el Carril de Juan Cebá, un caminillo que comenzaba cerca de su casita, se llamaba así porque en los años 60, un señor llamado Juan, que vivía al fondo del mismo, se quería marchar a Alemania a buscarse la vida... y cuando los lugareños se reunían en la venta y alguno preguntaban por Juan, le decían: “No, si Juan se va”. Que en la fonética chiclanera suena a “No, ci Juan ce va”. Y como el hombre se estuvo yendo más de cinco años sin terminar de emigrar a Alemania, se le quedó el apodo y Juan acabó llamándose Juan Cebá. Y el carril que serpenteaba entre el espeso bosque de pinos y llegaba hasta su casa se conoció como el Carril de Juan Cebá.
Falta Foto
Esto tampoco es Chiclana, pero podría serlo...
Hasta ahí todo correcto y lógico. Pero la historia se retuerce cuando esa red intrincada de carriles de tierra, que discurrían como un laberinto entre los manchones boscosos de pinos de Chiclana, se asfalta y se urbaniza como Dios manda... Muy bonito, pero con ello se perdió el encanto de lo rústico.
Cuando el urbanista de turno encontró ese cartel medio pintado por un lugareño cualquiera, que decía: Carril de Juan Cebá lo tradujo, muy fisno él (seguro que era de Jeréz), como Camino de Juan Cebada...
...craso error. Eso pasa por no escuchar las viejas historias.
1 comentario:
Esta, años después, sigue siendo mi entrada favorita de este blog (y mira que hay cosas bien contadas aquí). Es además una historia que he contado a varios amigos y que siempre provoca sorpresa y carcajadas. Un abrazo y gracias por tanto
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