martes, 13 de marzo de 2007

Demasiados iluminados

Para servidor la duda es bella, entre otras razones porque casi nunca estoy seguro de nada y, segundo, porque es una buena forma de seguir pensando en las cosas. Es decir, dudar de casi todo es una buena forma de seguir creciendo, como diría mi amigo Aquilinín. Algunas veces he tratado de explicar que las únicas certezas aparentemente absolutas son el Cero Absoluto (-273ºC), la velocidad de la luz en el vacío y los asuntillos que se derivan de estas dos cuestiones… de momento.

Pero fuera parte esto, paréceme que no hay que poner la mano en el fuego por nada. Por eso no se deberían defender las propias convicciones como si fueran certezas empíricas… a lo sumo es un convencimiento temporal y válido mientras no aparezcan más datos. Dicho de otra forma, para los hombres puede ser que dos y dos no sumen cuatro porque los hombres no son una ecuación con variables definidas. Eso no quita que aceptemos convivir y defender un código de valores adoptado como el mínimo denominador común para sobrevivir a la barbarie.

Por eso me sigue sorprendiendo la ausencia de dudas que demuestra cierto personal cuando hablan de cosas humanas (y conste que las cosas divinas son igualmente humanas)... porque no hay nada más relativo que la percepción de un hombre sobre un mismo hecho humano. Es decir, me abruman los señores dogmáticos porque parecen estar en posesión de verdades tan gordas que jamás les asalta la duda. Malo, muy malo (me parece) Pero, bueno, tiene que haber gente pa tó.

En concreto estoy pensando en el obispo de Jaca/Huesca, ese ínclito pastor de ovejas y cordero de Dios, y en su homilía del finde pasado (AQUÍ enlace a la noticia) En realidad si algunas personas se autoperciben iluminadas y en posesión de verdades absolutas esos son los obispos, la casta sacerdotal que dirige férreamente la Iglesia de Cristo… que son poseedores de una Verdad tan absoluta como que se las ha revelado el mismísimo Dios ¿Cómo podrían dudar de ella? NO, los obispos no dudan de Su Verdad porque, entre otras cosas, les hace libres…

Lo que pasa es que el ínclito obispo de Jaca/Huesca debe pensar que también le hace libre para hablar de cosas tan mundanas y vulgares como la gobernanza de un simple país como España… y lo hace desde los púlpitos de su diócesis, ante un público que ha ido a escuchar la palabra de Dios pero se encuentra con la opinión política de su obispo, que no es precisamente Palabra de Dios. En buena lógica, los feligreses, oídas las palabras desde un sagrado púlpito, acaban interpretando el mensaje político de su obispo como mensaje divino. Me parece que el ínclito obispo de Jaca no juega limpio, o sea que es un pelín artero.

Para servidor, es que el mensaje que se escucha desde el púlpito de una iglesia católica debe ser un mensaje divino, unívoco, incontestado e incontestable porque no se concibe que desde el patio de butacas de una iglesia nadie en su sano juicio le rebata al cura de turno la menor afirmación… PORQUE UNA IGLESIA NO ES UN PARLAMENTO. ¡HASTA AHÍ PODÍAMOS LLEGAR! ¡Qué cojones!

¡No sé si me he explicado!




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