Leuka y Dave han
tenido a su bebé. Todo ha ido muy bien. Se llama Pepe a secas. Ni Jose ni José,
sólo Pepe. Y ha nacido cuando en España llevamos ocho meses con un gobierno en
funciones. Dentro de unos años, cuando sus padres le hablen de su nacimiento,
posiblemente le digan que justo entonces la gente comenzaba a cazar pokémones imaginarios por las calles, gobernaba
un partido que se llamaba como él, PP… tan corrupto tan corrupto que mandó
borrar 35 veces un disco duro que contenía las pruebas sobre tal comportamiento.
Pero para Pepe esto serán cuestiones de la prehistoria… entre otras cosas
porque no sabrá qué es un disco duro. Cada hombre vive su tiempo, y el de los abuelos es agua pasada y
estancada.
He visto nacer a Leuka
y he visto nacer a Pepe… no sé, al final comprendemos que cada hombre sólo es
un momento insignificante. Un
instante encarnado y consciente de sí mismo durante esa fracción infinitesimal
de tiempo. El resto, es decir, el infinito temporal que nos rodea, no nos pertenece.
Ha nacido este pequeñajo y, no sé por qué, me ha
entristecido. No me ha pasado esto con mis propios nietos… ha sido con Pepe.
¿Cómo será el Mundo de Pepe?
Posiblemente competitivo hasta límites inhumanos. La teoría económica que nos
mueve hoy día va a tener un largo recorrido en el tiempo y unas consecuencias
desastrosas para la libertad y la felicidad de los ciudadanos. El
neoliberalismo que nos gobierna es un concepto de vida que reduce la presencia
de la política y del Estado hasta un mínimo imprescindible (…la política y el
Estado eran hasta ahora una pequeña garantía que intentaba dar igualdad de
oportunidades y un esbozo de felicidad a la gente). Los Estados y los grupos de
Estados ya están absorbidos de hecho por las grandes corporaciones empresariales
que sobrevuelan sobre ellos, dueñas de las producciones de todo tipo de bienes
y servicios, los de hoy y los del futuro, y con un poder económico real que
supera con creces el de cualquier Estado. En el Mundo de Pepe, los acuerdos comerciales entre las mega-corporaciones
y los Estados, y las reglas para solucionar tales conflictos, serán las únicas
leyes que modulen la vida de los ciudadanos. Será una vida por y para la
libertad de los mercados, y para que tal concepto fluya, es necesaria la
opresión de los ciudadanos que trabajan en la base de la pirámide social.
En el Mundo de Pepe, los ciudadanos estaremos
convertidos en competidores que pelean para sobrevivir, con sueldos de miseria
que nos mantenga en la imperiosa necesidad de seguir emprendiendo empresas innecesarias, peleando contra tus iguales en
lugar de pelear contra tus enemigos de clase. En ese mundo se agacha la cabeza
para seguir explotado y callando cualquier crítica para poder seguir siendo
explotado… porque seguir explotado es la única posibilidad de comer y dar de
comer a tus hijos. Viviremos en el más despiadado darwinismo social que es lo único
que propone este modelo económico, y habremos vuelto a la vieja fórmula social
de una minoritaria élite que dirige desde su poltrona, que paga a un ejército de
mercenarios (no sólo gente armada que mantenga ahogada cualquier contestación
social, sino gente pagada a su servicio, que despliega el trabajo sucio y que
se cree privilegiada por estar ahí, encima de la plebe). Será una élite que
defiende sus propios intereses, dueña de todos los medios audiovisuales para que
exhiban a unos popes mediáticos que justifiquen intelectualmente esta situación
sociológica como algo ortodoxo, inevitable y sin alternativas… Y lo lograrán:
estaremos convencidos de tal cosa. Y tal cosa será el fin de la historia.
El Mundo de Pepe, que también es el de Vega y el de León, será una
distopía triste. Llena de gente que no la perciba ni por asomo porque,
entre otras cosas, nos convencerán de la importancia de buscar seres virtuales
por las calle y de ver una realidad televisada que jamás alcanzaremos. El Mundo de Pepe no es nada nuevo, ya
está escrito en numerosos libros… y conste que lo que he descrito en este texto
es exactamente lo que tenemos ya, hoy y aquí.
Además de pensar en voz alta estas sensaciones; además
de ser un agorero aguafiestas... ¿Qué nos toca hacer a los abuelos?